Djokovic, el campeón que, con el oro olímpico, por fin lo tiene todo | ITF

Djokovic, el campeón que, con el oro olímpico, por fin lo tiene todo

Christopher Clarey

06 ago. 2024

Novak Djokovic estaba de rodillas sobre la arcilla roja de Roland Garros: le temblaban las manos, le temblaba el cuerpo, le brotaban las lágrimas. Era el retrato de un hombre completo, un campeón de tenis que por fin, a sus 37 años, lo tiene todo.

“Definitivamente, es el mayor logro deportivo que he conseguido, por todas las circunstancias y todo lo que he tenido que afrontar a lo largo del camino”, declaró.

A lo largo de tres décadas, ha perseguido a los rivales más duros así como los récords más significativos del tenis masculino, ganando 24 títulos individuales de Grand Slam, 40 Masters 1000, siete Finales ATP, y permaneciendo 428 semanas en el número 1.

Ha ganado la Copa Davis para Serbia. Ha ganado Montecarlo, Roma, Indian Wells y todos los torneos Masters 1000 no una sino dos veces. Ha respondido en la sala de entrevistas hasta en seis idiomas. Lo único que se le había escapado era una medalla de oro olímpica y, aunque algunos de los otros grandes campeones de la era Open nunca tuvieron la oportunidad o el ardiente deseo de perseguir este premio, Djokovic se ha entregado por completo a la tarea.

Retrocedamos a Río de Janeiro en 2016 y a una abarrotada zona mixta, donde sollozaba de decepción tras perder en la primera ronda contra el argentino Juan Martín del Potro. Los Juegos le importaban enormemente y una de las muchas características destacables de Djokovic, un campeón complejo e iconoclasta, es que no teme demostrar hasta qué punto le importan sus objetivos. No se protege, no da margen de maniobra para minimizar la derrota. Mira al objetivo, con barba incipiente y una mirada a veces atormentada, y busca la zona necesaria para alcanzar ese objetivo.

Lo consiguió el domingo tras 16 años de persecución, que comenzó en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, donde ganó el bronce en su debut. Lo consiguió en París resolviendo el mayor enigma del tenis masculino: derrotando a Carlos Alcaraz, de 21 años, el fenómeno español que ganó Roland Garros en esta misma tierra batida en junio y que derrotó a Djokovic el mes pasado en la final de Wimbledon.

La victoria de Djokovic por 7-6 (3) y 7-6 (2) en el partido por la medalla de oro despertó emociones que, según él, nunca había experimentado. Sollozó desconsoladamente sobre la tierra batida y volvió a derrumbarse tras abrirse paso entre la multitud para llegar hasta su esposa Jelena y sus dos hijos pequeños en este estadio tan familiar, donde ha ganado tres títulos de Roland Garros (tras otra larga búsqueda) y ahora el oro olímpico individual.

El público, que a menudo no ha estado de su parte en Roland Garros a lo largo de los años, abrazó esta vez su causa con seriedad, coreando “¡Nole, Nole!” y rugiendo de aprobación cuando completó la victoria.

“Sinceramente, estoy en la luna”, dijo Djokovic. “Todo lo que sentí en ese momento cuando gané realmente superó todo lo que pensaba o esperaba que sentiría. Pensaba que llevar la bandera en la ceremonia inaugural de 2012 había sido la mejor sensación de mi vida hasta que he experimentado esto. Estar en esa cancha con la bandera serbia izada y cantando el himno serbio y llevando ese oro alrededor de mi cuello, creo que nada puede superar eso en términos de deporte profesional”.

Hace sólo dos meses, Djokovic se retiró antes de disputar los cuartos de final de Roland Garros por una lesión en la rodilla derecha y luego se sometió a una pequeña intervención quirúrgica en París para recortar el cartílago. Sorprendió a los especialistas, incluido a su cirujano francés, al volver a la acción en Wimbledon, pero no regresó a su mejor nivel hasta los Juegos Olímpicos. Es el primer hombre que gana el título individual sin ceder un set desde que el tenis volvió a ser disciplina olímpica en Seúl 1988.

“Obviamente, la lesión que sufrí en Roland Garros me retrasó un poco", dijo. "Pero al llegar a estos Juegos me percibí un jugador diferente comparado con el que era en Wimbledon en cuanto a cómo me movía, jugaba y sentía. En las dos primeras rondas, por la forma en que estaba jugando, supe que ésta era mi oportunidad. Si alguna vez va a serlo, va a ser ahora”.

Su victoria del domingo fue corta para sus estándares, teniendo en cuenta sus emocionales duelos de cinco sets contra Rafael Nadal, Roger Federer e incluso Alcaraz en la final de Wimbledon del año pasado. Pero la victoria del domingo fue épica de otra manera y, teniendo en cuenta lo que estaba en juego y el escenario, fue uno de los mejores partidos a dos sets jamás jugados.

Algún día, cuando Alcaraz recuerde esta final olímpica con Djokovic ya retirado, el español lamentará su impaciencia, su impulsividad, sus nervios cuando lo que necesitaba era calma y precisión. El resultado fue su primera derrota en una final importante, aunque sigue estando 4-0 en finales de Grand Slam. “En los momentos difíciles en los Grand Slams he dado lo mejor de mí mismo”, dijo Alcaraz. “Pero hoy me ha resultado difícil”.

Este partido por la medalla de oro supuso la vuelta a la mejor rivalidad del tenis: un duelo intergeneracional hiperatlético, que es más un contraste de edades que de estilos. Ambos pueden hacer casi cualquier cosa en una pista de tenis, salvo golpear un revés con una sola mano, y la implacable tensión cuando ambos están en partido proviene de sus cualidades.

Si Alcaraz cometió un error táctico fue permitir a Djokovic decidir la medalla de oro en los desempates, que son como agua de mayo para Djokovic. Alcaraz le ha ganado tie breaks, sobre todo en Wimbledon los dos últimos años. Pero Djokovic tiene un balance de 335-171 en desempates a lo largo de su carrera y fue fiel a ese brillante récord.

“En los desempates, él subió su nivel y yo me quedé igual o bajé”, admitió Alcaraz. “Esos son los momentos en los que los grandes jugadores suben su nivel, y yo tengo que mejorar en eso. Trabajaré en ello para que no me pase la próxima vez. Pero tengo que felicitar a Djokovic”.

Un golpe de derecha ganador en el fondo de la pista al que Alcaraz no pudo responder fue el punto final, pero también todo un logro.

“Aquellos otros Juegos Olímpicos en los que perdí en semifinales y no fui capaz de traer una medalla a mi país, me estaban afectando y la presión aumentaba cada vez más”, confesó el serbio. "Por eso, en este momento de mi carrera y mi vida creo que estoy en lo más alto de lo más alto”.

Parecía que era el momento en que había cerrado el círculo, pero Djokovic dejó claro en repetidas ocasiones mientras lo celebraba que esto no era un final. No descartó jugar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 2028, cuando tendrá 41 años.

“No juego a este deporte sólo para ganar torneos”, aseguró. “Lo hago porque me encanta la competición. Me encanta entrenar cada día, cada semana, y perfeccionar mi juego, mejorar a esta edad. Este deporte me ha dado mucho en la vida, y yo intento devolvérselo con la dedicación y el sacrificio que pongo en la cancha cada día, cuando nadie me ve. Y lo hago como cualquier otro jugador joven del mundo. Este tipo de éxitos no son casualidades”.